Interesante análisis del New York Times sobre impuestos pigouvianos. Los impuestos pigouvianos fueron pensados por el economista británico Arthur Cécil Pigou para corregir externalidades: cuando uno realiza una actividad que perjudica a los demás, el gobierno podría poner un impuesto sobre esa actividad para reducir los incentivos a llevarla a cabo. De ese modo, el gobierno quede obtener recaudación sin tener que distorsionar a los sectores productivos (cosa que sí hace con el IVA o el IRPF). ¡Al contrario! El gobierno obtiene recaudación fiscal y, al mismo tiempo, des-distorsiona una distorsión existente. A pesar de que la utilización (inteligente) de este tipo de impuestos es deseable y tiene el apoyo de gente de todo el aspectro político (desde la izquierda de Al Gore o Paul Krugman a la derecha de Greg Mankiw o al liberalismo de Gary Becker), la mayoría de estados siguen insistiendo en la utilización de impuestos distorsionadores como el IRPF o el IVA.
En este blog he defendido la utilización de ese tipo de impuestos en diversas ocasiones. Ver por ejemplo este artículo sobre su utilización en carreteras y autopistas. O este sobre su utilización en la lucha contra el cambio climático en 2007.
Una crítica que hacer ste artículo a los impuestos pigouvianos es que "no hay una manera correcta de cuantificar la externalidad" y por lo tanto, de decidir con la lògica el tamaño que debería tener la tasa para corregir la externalidad. Eso es cierto, pero no es un argumento contra la utilización de impuestos pigouvianos. Al fin y al cabo, cuando el gobierno introduce el IRPF o el IVA o cuando aumenta los tipos de cualquier impuesto, no realiza NI UN SOLO ANÁLISIS del impacto NEGATIVO sobre la economía a través de las distorsiones. Poner impuestos que, como los pigouvianos, van en la dirección correcta ya que tienen impacto POSITIVO en lugar de la dirección incorrecta sería de por sí toda una mejora.