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16 September 2015

¿La Hora del Adiós?

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Debido a las reiteradas peticiones de una versión castellana de mi libro “És l’Hora dels Adéus?”, decidí colgar la traducción mecánica del mismo en mi blog (una traducción hecha por el ordenador sin supervisión humana). Ahora –gracias a Rafel Marco i Molina, Marta Albertí Casas i Esther Roig por la corrección, y a Ignacio Lirio por la maquetación en PDF y EPUB– ya podemos decir que tenemos la versión en castellano de mi libro “És l’Hora dels Adéus?”.

Podéis DESCARGARLO de manera gratuita (diferentes formatos)


Podéis leer el PDF directamente desde la pantalla, imprimirlo
o descargarlo y leerlo como un libro electrónico normal con Kindle o IBooks.


 

PREFACIO

Montgomery, Alabama. 1 de diciembre de 1955. Son las 6 de la tarde y Rosa Parks, una chica negra, joven y frágil, vuelve a su casa después del trabajo. Está sentada en la primera fila de asientos asignados a los negros en el autobús. Tal como manda la ley del estado, un distintivo de cartón que dice “Colored People” (“gente de color”) señala la separación de las zonas reservadas para blancos de la de los negros en los vehículos públicos. Como Rosa Parks está sentada en la primera fila de los negros, tiene el distintivo de cartón situado justo delante suyo. El autobús está lleno hasta los topes. De repente, llega a la parada del teatro Empire y suben tres hombres blancos. Al ver que no tienen lugar para sentarse, el chófer, James Blake, se levanta, retrasa el distintivo de cartón una fila y exige a los cuatro pasajeros que hasta entonces estaban sentados en la zona de los negros, que cedan sus asientos a los blancos que acaban de subir. Tres hombres negros se levantan y, con la cabeza baja, se marchan. Pero Rosa Parks rehúsa hacerlo y le dice al chófer: “yo estaba sentada en la zona de los negros y es usted quien ha cambiado la señal. No creo que tenga que ceder mi asiento”. Blake, irritado, le recuerda abucheando que la ley le da a él, el chófer, la autoridad de retrasar el distintivo de cartón si no hay suficiente espacio para los blancos y que ella tiene la obligación de obedecer: “Estados Unidos es una democracia y en democracia, las leyes se tienen que cumplir”, exclama el hombre. Rosa Parks ignora las órdenes de un Blake enfurecido que, abalanzándose sobre la frágil mujer, intenta echarla del autobús. Pero la chica sigue firme en su postura rebelde y se niega a ceder su asiento.  Finalmente, Blake llama a la policía. Unos minutos más tarde los agentes del FBI suben al autobús, esposan a la señorita Parks y la echan de manera violenta. El resto de pasajeros negros, atemorizados, callan y miran con impotencia la brutal humillación.
La cosa no acaba aquí porque todos los que han presenciado este episodio lo explican a amigos y conocidos y la noticia se extiende como la pólvora por todo el estado de Alabama. Como todavía no ha llegado la era de Facebook y el Twitter, la comunidad negra organiza una campaña de boicots y resistencia pacífica a través de las parroquias y las iglesias. Liderando el proceso, un pastor joven, carismático, de discurso fácil y seductor: se llama Martin Luther King Jr. El boicot inicial se transforma en un poderoso movimiento social de resistencia pacífica que se propaga por todo el país. El Movimiento por los Derechos Civiles organiza manifestaciones cada vez más masivas y los episodios de desobediencia civil como lo que protagonizó Rosa Parks se reproducen entre la población de todas las razas. El proceso culmina 9 años más tarde, en 1964, cuando el congreso norteamericano aprueba la Ley de Derechos Civiles, una ley que prohíben cualquier tipo de discriminación racial en Estados Unidos.
Desde la perspectiva del 2014, es difícil de entender qué pasaba en 1955 en Estados Unidos, pero la realidad es que la constitución de Estados Unidos autorizaba la segregación de blancos y negros. Pero el qué es más curioso no es que la discriminación racial fuera legal y constitucional. ¡Lo más chocante es que la mayor parte de ciudadanos de Alabama lo encontraba la cosa más normal del mundo! Fijaos que los hombres negros que se encontraban sentados en la misma fila de Rosa Parks, se levantaron sin rechistar y se cambiaron a la zona de negros! Lo hicieron porqué ¡eso era lo más normal del mundo!

Afortunadamente las cosas han cambiado y hoy vemos la segregación que entonces era normal como un fenómeno arcaico, indecente e inhumano. Lo qué un día parecía normal, de repente dejó de serlo. Y todo, porque una chica negra joven y frágil decidió quedarse sentada y defender, pacíficamente, lo que consideraba que era justo.
Hay otros fenómenos que ahora consideramos arcaicos e indecentes pero que eran considerados normales hasta hace poco. Por ejemplo, las mujeres no tenían derecho al voto, el impuesto sobre la renta era inconstitucional o las parejas no se podían divorciar hasta bien entrado el siglo XX. Hoy, todo eso nos parece increíble pero hubo un tiempo en que era normal que las mujeres no votaran, era normal que los divorcios fueran ilegales y era normal que el impuesto sobre la renta fuera inconstitucional.
Os explico todo eso porque pienso que, cuando los analistas del futuro miren atrás y estudien nuestra historia, los costará entender otro fenómeno que hoy todo el mundo considera normal pero que, con el tiempo, será visto como anacrónico: la manera como decidimos poner las fronteras que dividen los países del planeta tierra.
Imaginad que un extraterrestre interesado con las costumbres del planeta tierra, se presentara en vuestra casa y os preguntara cómo tomamos decisiones los seres humanos. Vosotros le explicaríais que, si bien es cierto que en algunos lugares hay dictadores que decide lo que les sale de las narices, en la mayor parte de los países los ciudadanos escogen a sus gobernantes a través de los votos. También le diríais que los mismos ciudadanos escogen a los representantes que diseñan las leyes y las normas a través de los votos. Y que eligen a través de los votos a los dirigentes que gestionan el dinero que pagamos entre todos y deciden las políticas económicas y públicas se implementan en cada país. Y si, al observar un mapa político del mundo, al visitante intergaláctico os preguntara: “y las fronteras que separan los países de este mapa, también las escogéis a través votando, no?”. Vosotros, avergonzados, tendríais que contestar: “¡no, eso todavía lo decidimos a bofetada limpia!”

Ante esta incongruencia, a buen seguro que el extraterrestre se volvería de color verde (suponiendo que este no fuera su color original) y exclamaría: ¿si todas las decisiones importantes de la vida pública las tomáis a través de los votos, como es que la de las fronteras todavía las decidís a través de las guerras y la violencia?
La verdad es que esta situación es de auténtico esperpento, pero la triste realidad es que, hoy, en pleno siglo XXI, cuando un país consigue la independencia a través de una guerra, no tarda demasiado tiempo a ser reconocido por el resto de países y al ser aceptado en todos los clubs internacionales, ya sean las Naciones Unidas o la Unión Europea. Pero si un país intenta conseguir la misma independencia a través de los votos, recibe todo tipo de amenazas de exclusión, boicot y expulsión de las instituciones internacionales. ¡Incluso hay ministros que los amenazan con el confinamiento extragaláctico y a “vagar por el espacio por los siglos de los siglos!”
Y esta es la situación en la qué parece estar viviendo Catalunya. Millones de ciudadanos piden decidir si quieren ser un estado diferente de España y la respuesta que reciben es el escarnio, la prohibición y la amenaza de exclusión de todas las instituciones internacionales.
Una de las respuestas más repetidas por parte de las autoridades españolas es que la constitución prohíbe votar. ¡Y yo me imagino la cara que pondría a nuestro amigo extraterrestre cuando le intentarais explicar que el libro sagrado de la democracia prohíbe votar! Es más, los sabios españoles no se cansan de recordarnos, con insistencia socarrona, que “sólo hay una constitución en el mundo que permita referéndums de independencia: ¡la de Etiopía!”. Dejando de lado el hecho de que esta afirmación choca con la realidad (al fin y al cabo, todos sabemos que Canadá y el Reino Unido también han autorizado referéndums en Quebec y Escocia respectivamente), lo qué sí es cierto es que dibujar nuevas fronteras a través de los votos es un fenómeno excepcional. Sin embargo, en lugar de vanagloriarse y enorgullecerse de formar parte de un club tan anticuado, los líderes españoles tendrían que sentir vergüenza de estar contribuyendo a perpetuar esta reliquia medieval.
La demanda de los catalanes parece extraña en un mundo que no está acostumbrado a dibujar fronteras con la fuerza de los votos. Pero habrá un día en que votar para decidir fronteras será normal. Y cuando lo sea, la gente mirará atrás y pensará que la situación del 2014 era anacrónica e indecente. Tan anacrónica e indecente como la frontera que dividía los autobuses de Alabama y que el chófer James Blake cambió arbitrariamente y el día que Rosa Parks, una chica negra, joven y frágil, decidió no aceptar.

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INTRODUCTORY NOTE

Starting January 30, 2012, I decided to put the random (economic) thoughts that I was posting on Facebook, in a blog. In this site you will be able to read all Facebook notes going back to 2008, (without my Friend’s comments, unfortunately), but we will only maintain the new thoughts. If you want to check out the old comments, they are still posted on Facebook. If you want to comment on them, you have two options (1) Become a Facebook Subscriber. Since all the posts will also appear in Facebook, you will be able to comment there. (2) Comment on Twitter, as each post will also be announced in Twitter.

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