Tags: Spain El hecho de que la campaña electoral española ocurra al mismo tiempo que las primarias de Estados Unidos hace que podamos observar las diferencias entre ambos procesos. Aquí van algunas de las más obvias: En España los candidatos son elegidos a través de oscuros mecanismos de partido; en EEUU los escoge la ciudadanía a través de primarias. En España no existe la libertad de votar sólo a un determinado diputado (las listas son cerradas por lo que se vota a todos los candidatos de un partido o a ninguno); en EEUU se vota a cada candidato individualmente. En España el gobierno obliga a los medios públicos a destinar una determinada cantidad de minutos a cada partido, violando así la libertad de prensa y expresión y manipulando a los medios públicos que no son suyos sino de la ciudadanía; en EEUU existe libertad para informar. Y lo que más ha llamado la atención de todo el mundo durante estos últimos días: en España se acaba de celebrar el primer debate en quince años; en EEUU ya se han celebrado 43 debates televisados (20 los demócratas y 23 los republicanos), ¡y eso que todavía están en las primarias, escogiendo a los candidatos!
El tema de los debates televisados es uno de los aspectos que mejor refleja algunas de las carencias del sistema político español. Primero: que en España haya pocos debates no se debe a que no haya demanda social. Se debe a que los políticos no los quieren. Y no los quieren porque tienen miedo. Tienen miedo a debatir ideas. Tienen miedo a contrastar la potencia intelectual, la rapidez mental y los conocimientos de sus candidatos. Tienen miedo a que se descubra que, para llegar a la cúpula del partido no han tenido que trabajar fuera de la burbuja política, ni han tenido que ver mundo, ni han tenido que pensar y tener ideas nuevas. Simplemente han tenido que ser fieles al partido y, sobre todo, han tenido que ponerse en la fila sin ir a Sevilla para no perder la silla (además de dar alguna que otra puñalada a otros fieles de la fila que les hacían la competencia).
Segundo, cuando aceptan, imponen tantas condiciones que acaban realizando un debate sin debate. Una de las cosas que más me impresionó el lunes es que el moderador no hizo ni una sola pregunta. Y no la hizo porque los partidos se lo prohibieron ya que odian las preguntas fuera de guión. El mismo día que se hacía el debate en España, Obama y Clinton se enfrentaban por vigésima vez. Uno de los moderadores le preguntó a Clinton si los 5 millones que había puesto de su bolsillo para financiar su campaña los había conseguido su marido con negocios internacionales más o menos oscuros y la instó a que hiciera pública su declaración de la renta. Si alguien se atreviera a preguntar eso en España, les aseguro que el candidato se levantaría y, tras insultar al entrevistador, se iría irritado de la sala (lo sé de buena tinta).
Tercero, cuando finalmente realizan el debate, son incapaces de entender lo que dice el adversario y discutirlo, aunque sean las bobadas más extravagantes. El lunes el Presidente Zapatero, enseñando un gráfico que supuestamente mostraba el precio de la vivienda, dijo: “esta es la evolución del preció de la vivienda con el partido popular, que llegó al máximo histórico, y la evolución con el PSOE, que ha ido decreciendo”. Cualquier persona que haya vivido en el planeta tierra sabe que los precios de la vivienda en España han subido en los últimos cuatro años, aunque en los últimos meses hayan empezado a bajar. ¿Cómo podía Zapatero decir lo contrario? Pues bien, utilizó el viejo truco de enseñar el gráfico de las tasas de crecimiento del precio que, efectivamente, eran más altas en época del PP. Pero el hecho de que las tasas de crecimiento en época del PSOE fueran más bajas no quiere decir que fueran negativas. De hecho, eran positivas y eso quiere decir que el precio de la vivienda durante el mandato de ZP ha subido hasta alcanzar los niveles más altos desde la última glaciación. A pesar de ello, ahí teníamos al presidente Zapatero ante las cámaras diciendo que bajaban y mintiendo impunemente sin que el moderador dijera nada. Claro que lo más gordo (y lo más curioso) es que Rajoy se no enteraba de lo que estaba pasando. Seguramente, él tampoco entendía el gráfico.
Lo que nos lleva al cuarto punto. Cuando los candidatos no tienen ni la preparación suficiente para entender lo que dice el contrincante ni la rapidez mental para responder, y cuando el moderador no tiene derecho a intervenir ni a preguntar, el debate se convierte en una aburrida serie de monólogos repleta de medias verdades, falsedades y puras mentiras. Lamentablemente, eso es lo que pasó el lunes.
Y cuando yo ya pensaba que la farsa y los farsantes iban a quedar sin castigo, despertó la prensa y nos dio la grata sorpresa de la campaña: ¡hizo su trabajo! Es decir, contrastó los números y las afirmaciones, desenmascaró las mentiras y las publicó. A los periódicos que hicieron su trabajo: ¡Chapeau!. Chapeau… y gracias por recordarnos que, cuando los periodistas investigan, analizan, comprueban y no se dedican a hacer seguidismo político, existe una gran diferencia entre la democracia y la dictadura de los partidos.
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