Tags: Freakonomics | International Todo empieza en Copenhague el 30 de Septiembre de 2005: el periódico de más tirada de Dinamarca, el Jyllands-Posten, publica una editorial criticando la autocensura de la prensa danesa. Al parecer el escritor Kare Bluitgen se ha quejado de que nadie quiere ilustrar su libro infantil sobre el profeta Mahoma (el Islam prohíbe la representación gráfica de su Profeta y de ahí que Bluitgen no encuentre ilustradores para su libro). Según la editorial, el problema es que la “autocensura” impuesta por la prensa danesa no se debe al respeto al Islam sino al miedo a las represalias de los fundamentalistas. Para verificar su hipótesis, el Jyllands-Posten pide a 12 caricaturistas que dibujen su visión de Mahoma y publica los resultados.
Tal como había previsto el Jyllands-Posten, la reacción de los líderes islámicos de Dinamarca es negativa: el Imán de Copenhague pide al gobierno que castigue a los editores pero el presidente se niega incluso a recibirle. Irritado, el imán envía las imágenes a la cadena de televisión Al Jazira y ésta divulga el escándalo por todo el mundo musulmán. Como era de esperar, los clérigos más radicales piden a la población que defienda al Profeta y miles de islamistas salen a la calle a protestar. Se profieren gritos y amenazas, se llama al exterminio de infieles y se alaba a los terroristas de Al Qaeda. Se incendian embajadas, queman banderas y agrede a ciudadanos inocentes. Incluso se asesina a misioneros católicos que nada tienen que ver con el tema.
Si el Jyllands-Posten publicó las viñetas de Mahoma para demostrar que la intimidación y las amenazas del islamismo radical ponen en peligro la libertad de expresión de la prensa europea, la hipótesis ha quedado ampliamente demostrada: uno de los pilares de nuestra sociedad está peligrosamente amenazado.
Hace unos siglos nosotros los occidentales vivimos épocas oscuras, sometidos al yugo de la iglesia y de su santa inquisición, esclavizados por señores feudales y reyes absolutistas. Eran épocas de violencia y opresión. El renacimiento, la ilustración, la revolución industrial y muchas guerras nos han traído libertad y democracia liberal. Hemos construido una sociedad que separa el estado de la religión seguramente porque sabemos lo que pasa cuando las leyes no las hace el hombre racional sino un intérprete de un dios. Una sociedad donde los ciudadanos son iguales ante la ley y donde no se discrimina por razón de sexo, raza, origen o creencia. Una sociedad que protege la libertad de pensamiento y de expresión. No ha sido fácil: millones de ciudadanos han sacrificado sus vidas para que nosotros podamos vivir en libertad. Y es esa libertad la que está siendo desafiada y debemos defender.
A raíz de la polémica, el Presidente Rodríguez Zapatero ha escrito una carta junto con el presidente Turco Erdogan en la que, tras reconocer que la libertad de expresión es una de las piedras angulares de nuestro sistema democrático, dice que “no existen derechos… sin respeto por las sensibilidades diferentes” y que “es esencial que cultivemos los valores de respeto, tolerancia y coexistencia pacífica”. ¡Qué bonito sería el mundo si todos tuviéramos respeto y tolerancia y coexistencia pacífica! Y si además todos lleváramos Chirucas, nos cogiéramos de la mano formando gran círculo y cantáramos We are the World, We are the Children todavía sería mejor. Pero la pregunta, señor Presidente, no es si debemos respetarnos los unos a los otros –¡naturalmente que debemos!- sino qué debemos hacer si un miembro de nuestra sociedad –por ejemplo, un periodista danés- decide libremente escribir o dibujar algo que no es respetuoso. ¿Le debemos castigar, si o no? La única respuesta democrática debe ser que NO… por muy ofensivas que sean sus palabras o sus caricaturas. Y no sólo no lo debemos castigar sino que debemos protegerle para que pueda seguir ofendiendo. Porque la libertad de expresión no se defiende protegiendo a quien dice cosas que nos gustan sino a quien nos ofende.
Para garantizar la libertad de expresión, los gobiernos occidentales –y el señor Zapatero preside uno de ellos- deben perseguir a todos los intolerantes que intentan impedir con amenazas que los ciudadanos se expresen con libertad, aunque con ello se cree más conflicto. Porque si el episodio de las caricaturas demuestra algo, es que los ciudadanos tienen cada vez más miedo a las intimidaciones de los extremistas y es responsabilidad de quienes hacen cumplir la ley acabar con la coacción.
El intelectual islamista sudanés Abdullahi Ahmed An-Na'im, mantiene que la llamada ley shari’a que coarta la libertad de expresión y de pensamiento fue construida por juristas islámicos durante les tres primeros siglos del Islam y que, por lo tanto, no viene directamente del Profeta Mahoma. Sus seguidores piensan que ese puede ser un camino para reconciliar las libertades occidentales con las enseñanzas del Corán. Aunque es de suponer que millones de musulmanes moderados piensan así, no sabemos cuantos son… porque, según dice Na’im, tienen miedo a decir lo que piensan.
El Presidente Zapatero quiere hacer una alianza de civilizaciones. Fantástico. Aliémonos. Pero sobre la base de que nuestras libertades son irrenunciables. Y sobre esa base sólo hay una alianza posible: con los musulmanes moderados que desean vivir en libertad. Luchemos juntos contra la amenazas de los radicales y empecemos por demostrar que no pensamos sacrificar ni un gramo de libertad para evitar hostilidades. Hagamos una alianza. Una alianza por la libertad.
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