Tags: Catalunya “Barcelona, humillada por el fracaso de un costoso festival”. Este era el titular de “The Independent”, el único periódico anglosajón que he podido encontrar que se dignó a mencionar la clausura del Forum Universal de las Culturas 2004. El artículo se pregunta si “ese fracaso es la señal de que Barcelona, otrora paraíso de vanguardia arquitectónica y de creadores inagotables, ha caído en la mediocridad. Lejos quedan los días gloriosos cuando Barcelona organizó unos juegos olímpicos que todavía se consideran modélicos y cuando artistas y diseñadores transformaron una ciudad gris en un destino de moda y pasión intelectual. Ahora es una ciudad que parece haber perdido el contacto con sus ciudadanos”.
Al no formar parte del gran “complot” que el alcalde Joan Clos creyó ver cuando se publicaron las primeras críticas, la reacción de la prensa extranjera demuestra claramente que el Forum ha sido un fracaso. Y no lo digo por las palabras negativas de “The Independent”… a pesar de que frases como “Barcelona, humillada” y “caída en la mediocridad” sugieren que no todas las “maragalladas” son genialidades y que algunas pueden acabar perjudicando la imagen de nuestro país. Lo digo porque la abrumadora mayoría de medios simplemente lo han ignorado. Y ese silencio confirma que el Forum ha tenido escasísimo impacto internacional y que el calificativo de “universal” no era más que una pretenciosa quimera (a no ser que por universal se entienda la zona que hay entre Hospitalet y Badalona).
Los errores del Forum han sido muchos, pero yo destacaría cuatro. Primero, algunos políticos de izquierdas todavía no han entendido que es positivo que se renueven las áreas más deprimidas de las ciudades y que es deseable que se construyan infraestructuras que den beneficios económicos. Recuperar toda la zona del Besós es bueno para Barcelona, tener espacios para celebrar macro-convenciones contribuye a recuperar el liderazgo europeo en el sector de ferias y congresos y aumentar la oferta hotelera hace que los precios de las habitaciones sean más asequibles. Todo eso es bueno, y así lo deberían haber vendido. ¡Pero no! En lugar de decir la verdad, montaron una costosísima farándula pseudointelectual como tapadera. Y, como tapadera, la cosa no podía funcionar.
Segundo, los diálogos no consiguieron ser la anunciada fuente de nuevas ideas para arreglar el mundo porque, en su mayoría, más que diálogos parecieron monólogos. Demasiado a menudo se echaron en falta contrapuntos políticos e intelectuales. Si, ya sé que seguramente se invitó a muchos personajes que no comulgan con el ideario oficial del Forum y que éstos no quisieron aceptar la invitación. Pero, sea como fuere, la verdad es que muchos de los diálogos fueron una aburrida y previsible repetición de lo que Jordi Barbeta califica de “papanatismo progre”: posiciones antiliberales y antiamericanas cercanas al movimiento antiglobalización. El problema es que ¡para eso ya está Portoalegre!
Tercero, el Forum pecó de una inocencia casi infantil. Su lema era “moure el món” (mover el mundo). Seguramente es posible cambiar el mundo sin contar con la gente que realmente lo mueve (como políticos de calibre en activo o líderes empresariales de primer nivel mundial), pero para ello es necesario tener ideas innovadoras, un gran respaldo popular y, sobre todo, los pies en el suelo. El mundo no se mueve anunciando que “desde este foro defenderé la lucha contra la pobreza, la guerra, la explotación infantil y la marginación de las mujeres”, porque eso lo puede decir cualquiera. De hecho, la frase que he transcrito no fue pronunciada por un intelectual en los confines de la Haima sino por Oksana Fyodorova, finalista del concurso Miss Universo 2002, cuando el presentador le preguntó por qué quería ganar. No sé si fue su elocuencia o las piernas que exhibió en el desfile de bikinis lo que decantó el concurso a su favor (aunque posteriormente la Fyodorova fué descalificada al descubrirse que estaba divorciada). Lo que si sé es que casi idénticas palabras aparecen en las oraciones de todos los niños del mundo cuando se van a la cama y también se pueden encontrar en la página 3 de la declaración final del Forum titulada “El Compromiso de Barcelona”.
Lo que me lleva al último punto. El “Compromiso” final es una mezcla de obviedades (“formamos parte de un planeta común”), buenas intenciones (“proponemos un progreso que afronte el hambre y la pobreza“) y recopilación de recetas concebidas en Portoalegre (“proponemos una mejor distribución de la renta a partir del gravamen sobre los grandes beneficios de las corporaciones”). ¡Qué bonito! Lástima que las últimas palabras -“Instamos a que las conclusiones y propuestas surgidas de del Forum de Barcelona 2004 se integren en las agendas de trabajo de ONGs, gobiernos e instituciones de las Naciones Unidas”- son demasiado secas y poco reveladoras. Si me hubieran preguntado a mí (cosa que, evidentemente, no hicieron), yo hubiera añadido la frase: “Una vez hecha esta hermosa declaración de buenos propósitos, procederemos a quemar un castillo de fuegos artificiales valorado en cientos de miles de euros. Con eso no sólo acabaremos de corroborar que el Forum ha sido uno de los ejercicios de dilapidación de caudales públicos más escandalosos que ha visto el hombre sino que, además, será la prueba definitiva de que nuestros compromisos sobre la reducción de las desigualdades y la erradicación de la miseria en el mundo no son más que otra montaña de palabras vacías”.
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