Tags: Africa ¿Saben lo que son trescientos millones de personas? Pues más o menos, la población de todos los países de la zona euro, los habitantes de los Estados Unidos… o el número de ciudadanos africanos que viven en situación de pobreza extrema. A pesar de que el espectacular éxito económico de los países asiáticos ha reducido la indigencia en el mundo, el continente negro cada día va peor. A la pobreza económica se añaden los numerosos conflictos étnico-religiosos y una pandemia como no ha visto el hombre desde que la peste bubónica acabó con la tercera parte de los europeos allá por el año 1350: el SIDA, la malaria y la tuberculosis diezman la población y han causado ya 14 millones de huérfanos, 14 millones de niños que deambulan por África sin esperanza y sin futuro.
La tragedia es tan grande que, cuando uno empieza a verlo de cerca es muy difícil pensar en otra cosa. Aunque nadie tiene la solución a tan complicado problema (en economía no hay fórmulas mágicas), lo que parece claro es que ésta tendrá que involucrar a los políticos africanos, los gobiernos de Europa y Norteamérica, las autoridades religiosas, las instituciones internacionales como la ONU, el FMI o el Banco Mundial y a los líderes empresariales de todo el planeta.
Mientras tanto ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie? Esa es una pregunta que me hacen los lectores cada vez que escribo sobre África desde estas páginas, una pregunta que nunca supe como responder. Pero al ver las enormes ganas que tenia la gente de colaborar, decidí crear la fundación Umbele. En Swahili, Umbele significa “futuro”. Y ese es, precisamente, el objetivo: devolver el futuro a los habitantes de África a base de canalizar recursos económicos desde los países ricos. Pero no de cualquier manera. El proyecto Umbele busca experiencia, honestidad, simplicidad, transparencia y eficiencia.
La idea es utilizar una red de personas que ya está allí, luchando contra la pobreza. Se trata de hombres y mujeres que tienen el respeto de todos los ciudadanos porque están dedicando su vida a ayudar a los desamparados. Tengamos o no simpatía por los obispos y las altas jerarquías eclesiásticas, seamos cristianos practicantes o no, todos les admiramos. Esas personas no son otras que… nuestros misioneros. La Fundación Umbele no es una fundación religiosa. Lo que pretende es aprovechar que los misioneros ya están allí para canalizar y administrar recursos en África. Primero, porque ellos ven los problemas desde muy cerca. Nuestro objetivo es ayudar a que la gente pueda mantenerse por sí sola, ayudándoles a montar pequeños negocios, contribuyendo a que puedan volver a cultivar las tierras que abandonaron por culpa de las guerras, dándoles incentivos para que vayan a la escuela o de otras mil maneras. Teniendo en cuenta este objetivo general, queremos que los misioneros nos digan la mejor manera de hacer las cosas, propongan proyectos y nos ayuden a reflexionar. Es decir, queremos aprovechar su experiencia. Segundo, porque nos garantizan honestidad: unas personas que ya están sacrificando tanto para ayudar a los demás, no pueden más que estar plenas de honradez. Y tercero, porque al estar ya trabajando en el territorio, pueden hacer cosas in situ sin necesidad de desplegar un nuevo, complicado y costoso ejército de voluntarios. Dicho de otro modo, aportan la simplicidad de acción.
La transparencia es otra característica importante de la fundación Umbele. Los proyectos se publican en la página web de la fundación (www.umbele.org) y los misioneros que reciben dinero se comprometen a explicar, también a través de la web, cómo se han gastado todos y cada uno de los euros recibidos.
Finalmente, la eficiencia. El lema de la Fundación es “1€ =1€ “, “Un Euro es Igual a Un Euro”: un euro que ustedes donen en Europa es un euro que llegará a África con la máxima eficacia, sin burocracias y sin intermediarios corruptos en los países de destino. ¿Cómo garantizamos todo eso? Pues, por un lado, el Banc Sabadell nos ayuda y, no sólo no cobra los gastos de transferencia sino que, además, paga los costes de los bancos africanos. Por otro lado, todos los gastos de administración corren a cargo de los patronos de la fundación. Sin burocracia y sin costes financieros, ustedes sabrán que cuando depositan un euro en la cuenta bancaria de Umbele (Banc Sabadell 0081-0523-18-0001026805), su euro va parar a la cuenta de un misionero honesto que va a hacer el mejor uso posible y que, además, le va a explicar a usted cómo se lo ha gastado.
En el próximo artículo les explicaré con más detalle algunos de los proyectos que ya tenemos entre manos, programas que van desde ayudar a refugiados de la guerra del Congo, a la creación de micronegocios para mujeres en Yaoundé (Camerún), a ayudas escolares a huérfanos del SIDA por todo el continente. De los millones de huérfanos que vagan sin rumbo por las polvorientas calles de África, de momento, sólo podemos ayudar a unos cuantos. Pero confiamos en que, con el apoyo económico de todos ustedes, pronto serán muchos más.
En la encrucijada de la historia en la que nos encontramos, pocas cosas tienen tanta importancia como aliviar la tragedia de África. No está en nuestras manos solucionar todos los problemas. Ni siquiera algunos de los problemas. Lo que sí podemos hacer es dar un poco de esperanza, un poco de futuro, un poco de umbele a algunas de las personas que más lo necesitan. Vayan, si pueden, a la web de la fundación. Vayan, si pueden a www.umbele.org.
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