Tags: Capitalism | Freakonomics 28 de Diciembre de 1966. El vigilante de un cementerio de Puerto Rico encuentra unas cabras muertas, sin sangre ni músculo, secas y con la piel adherida a los huesos. Algunos vecinos mienten y aseguran haber visto una criatura de metro y medio, parte murciélago y parte canguro, con piel de rana, púas en la cabeza, garras en las patas traseras y tres dedos en las delanteras. Unos círculos negros a modo de enormes gafas rodea unos ojos de color rojo. Circula el rumor de que la bestia es un extraterrestre que se alimenta de la sangre y las entrañas de las cabras. Se propaga el pánico entre la población y nace… la leyenda del Chupacabras.
Hablando de leyendas, hoy les hablaré de un querido colega mío: don Vicente Navarro. Hace unos días, don Vicente, escribió una carta en este periódico lamentándose de que yo le había insultado al decir que era un “soldado derrotado del Marxismo”. Pido perdón al profesor ya que no era mi intención el insultarle. La expresión “soldados derrotados del Marxismo” es la que utiliza Jean François Revel para describir a los intelectuales marxistas europeos y yo pensé que Navarro lo entendería, pero ya veo que él no ha leído al liberal Revel.
En su carta del día 21/06/04, don Vicente también me critica por afirmar que la época Reagan había sido buena desde el punto de vista económico y me invita a “ser más riguroso en la utilización de los datos” ya que “el crecimiento económico per cápita fue menor durante el gobierno Reagan que en los anteriores y posteriores” y que “la pobreza aumentó como nunca en Estados Unidos”. La recomendación es buena: los científicos debemos corroborar con datos las afirmaciones que hacemos. Lástima que el profesor no siga su propio consejo porque, si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta de que el crecimiento durante la época Reagan fue del 3,34%. Las de los gobiernos anteriores fueron del 3,20% (Carter), 1,50% (Ford) y 2,68% (Nixon), mientras que las posteriores fueron del 2,11% (Bush) y 3,17% (primera legislatura Clinton). Todo esto no lo digo yo, lo dicen los datos oficiales publicados por el Bureau of Economic Analysis y lo pueden comprobar ustedes mismos en la página www.bea.doc.gov/bea/dn/home/gdp.htm.
Sobre lo de que la pobreza durante la época Reagan había subido “como nunca”, resulta que la tasa de pobreza en Estados Unidos era del 14% cuando Reagan llegó al poder en 1981 y del 12,8% cuando lo abandonó, una reducción de 1,2 puntos porcentuales (véanse los datos en la página del Bureau of the Census www.census.gov/hhes/www/poverty.html). Eso contrasta con el aumento de 2,4 puntos durante la época Carter, la no reducción durante la era Ford, la diminuta reducción de 0,5 puntos durante el gobierno Nixon o el aumento de 1,6% durante el gobierno de Bush. A modo de curiosidad, decir que entre 1992 y 1994, años en los que el profesor asegura que asesoró a Hillary Clinton, la pobreza pasó del 14.2 al 14,5%: ¡enhorabuena, don Vicente, por su gran labor de asesoría!.
Vemos, pues, que las frases “el crecimiento económico per cápita fue menor durante el gobierno Reagan que en los anteriores y posteriores” y que “la pobreza aumentó como nunca en Estados Unidos” son estrictamente falsas. La pregunta realmente importante es: ¿cómo puede el señor Navarro haber hecho tales afirmaciones? Se me ocurren tres posibles explicaciones. La primera es que, a diferencia de lo que predica, don Vicente no miró los datos y se basó en la preconcepción. Es decir, la teoría que él tiene en la cabeza (que es muy respetable pero que no es otra que una versión del socialismo marxista) dice que “el modelo económico liberal no genera crecimiento y perjudica a los pobres” y, lógicamente, es imposible que la economía funcionara durante la época Reagan. Y así lo escribió sin pararse a comprobarlo. Dicho esto, no creo que esa sea la explicación. Al fin y al cabo, don Vicente es un científico que siempre dice mirar los números.
La segunda es que miró los datos, se dio cuenta de que lo que decían y los escondió faltando conscientemente a la verdad. Es verdad que, en círculos universitarios, don Vicente tiene fama de anteponer la política a la ciencia y de hacer lo que sea necesario para que la evidencia confirme sus prejuicios, pero yo me resisto a creer que un profesor de su prestigio actúe con tanta deshonestidad intelectual. Por lo tanto, también rechazo esta segunda explicación.
La tercera es que miró los datos y que no se dio cuenta que 3,34 era mayor que 1,5 o 2,68. ¡Un mal día lo tiene cualquiera! El problema es que, cuando esos errores se repiten asiduamente y siempre van en la dirección que le conviene a uno (y eso le pasa a don Vicente con una preocupante frecuencia), acaba dando alas a los malpensados. De momento, sin embargo, yo no soy un malpensado y rechazo también la tercera justificación.
En resumen, ninguna de las explicaciones me parece razonable y sigo sin entender cómo un profesor de la categoría de don Vicente Navarro puede hacer afirmaciones tan contrarias a la verdad. Estoy de acuerdo con él en que hay que analizar los datos rigurosamente antes de hablar. Pero eso se tiene que hacer bien. Lo que no tiene sentido es decir eso y luego inventarse los números o decir cosas infundadas. Porque al falsear la realidad uno corre el riesgo de hacer ridículos espantosos y contribuye a la perpetuación de los mitos económicos (muchos de los cuales están basados en prejuicios políticos) y a la creación de leyendas. Miren, sino, cómo nació la leyenda del chupacabras.
Aquest article va ser escrit com a resposta a una carta publicada per Vicente Navarro a La Vanguardia, on criticava el meu article titulat Ronald Reagan. Carta d'un Lector
Article de protesta de don Vicente Navarro publicat a La Vanguardia el dia 19 de Juliol (després d'un penós espectacle en el que va amenaçar al cap d'opinió del diari si no li publicava aquest escrit).
- La meva resposta publicada a La Vanguardia el mateix dia, demostrant un cop més les mentides de'n Navarro i donant per tancada aquesta absurda i estèril polèmica.
Carta d'una lectora que sembla no ha llegit el meu article massa bé.
Carta de DVN autoproclamant-se defensor de la democràcia i intentant donar lliçons patètiques de llibertat d'expressió (i això ho fa després que en un article a El Pais va exigir que se'm censurés dels mitjans públics de Catalunya simplement perquè ell no està d'acord amb les meves idees). Lògicament ningú no li ha publicat aquest nou intent de manipulació de la veritat i per això ho ha penjat a la seva web. Llegint aquesta nova i penosa demostració d'intolerància i falta total de respecte per la veritat -demostració que romandrà incontestada com vaig prometre a La Vanguardia- en DVN ens dóna un nou autorretrat de com és: una persona ferida, infeliç i dolguda que odia realment i visceralment a tothom que discrepa amb ell fins al punt de demanar que no se li publiquin escrits!. Realment fa pena (i ho dic amb tot el carinyo del món) que una persona de la seva edat, abandonada com ha estat pels seus amics i correligionaris polítics que rebutjen la seva radicalitat i la seva intolerància, faci el ridícul d'aquesta manera. Ell sabrà perquè ho fa.
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