Tags: Capitalism | Europe | International Adivina adivinanza. Yo les doy dos noticias y ustedes me dicen cuál es la buena y cuál la mala: (1) La renta de los Estados Unidos creció en un 8,2% durante el tercer trimestre del 2003. (2) Los ministros de economía europeos (el Ecofin) desairan a la Comisión Europea, perdonan las sanciones que ésta había impuesto a Francia y Alemania y sepultan con ello ese pacto de estabilidad que debía garantizar la estabilidad del euro. No sé que pensarán ustedes pero, aunque cueste creer, diversos expertos de tertulias radiofónicas, televisivas y de prensa escrita catalanes argumentaron que la primera noticia era la mala y la segunda la buena. Veamos.
Figura que la noticia de los Estados Unidos era mala porque “ese crecimiento del 8,2% se basa exclusivamente en el gasto militar” (gasto “keynesiano militar”, decían los más atrevidos). Algunos llegaron a utilizar la mítica expresión “complejo militar industrial” (en los años sesenta, los intelectualoides marxistas decían que el capitalismo sólo se sustentaba gracias una especie de conspiración entre el pentágono y las empresas militares, teoría que nunca se llegó a demostrar). Si en lugar de especular hubieran mirado los datos, los expertos se hubieran dado cuenta de que durante el tercer trimestre del 2003, una vez acabada la primera fase de la guerra de Irak, el gasto militar estadounidense no sólo no aumentó lo suficiente como para explicar la gran expansión del PIB sino que… ¡se redujo en un 1,6%! Pero como es habitual en este tipo de analistas: si los datos no concuerdan con sus prejuicios, se inventan otros datos y se sale por la tele, tranquilamente, a explicar la teoría. La realidad, sin embargo, es que los 8,2 puntos de crecimiento se explican por el aumento del consumo privado (4,55), la inversión privada (2,58) y las exportaciones (1,03). El “complejo militar industrial” no aparece más que en la imaginación de algunos.
Este análisis “negativo” contrastaba con el de la “buena noticia del día”: el Ecofin desautorizaba las sanciones impuestas por la Comisión Europea a Francia y Alemania porque su déficit superaba el límite impuesto por el Pacto de Estabilidad.
Dicho sea, de entrada, que desde el día que se creó el euro yo he denunciado el Pacto de Estabilidad desde estas páginas. En particular, la prohibición de que el déficit sobrepase el 3% del PIB es una camisa de fuerza fiscal que debería desaparecer. Y lo es porque, durante una crisis económica como la que sufren Francia y Alemania, los ingresos del estado bajan (hay menos gente que cotiza y gasta) y el gasto público aumenta (suben, por ejemplo, las prestaciones de paro). Es decir, se crea un déficit automáticamente. Si uno está obligado a reducirlo tiene dos posibilidades. O bien sube los impuestos, cosa que deja con menos dinero para gastar a familias y empresas. O bien reduce el gasto público, cosa que también agrava la crisis económica. Impedir que el déficit supere el 3% del PIB, pues, no hace más que acentuar las crisis (entre paréntesis: la ley del déficit cero que persigue el PP es una versión todavía más radical y nociva que la “ley del 3%”… pero de eso hablaremos otro día).
Ahora bien, que el Pacto de Estabilidad sea nefasto no quiere decir que se deba aplaudir el hecho de que los ministros se salten a la torera los acuerdos sobe los que se fundamenta la UE. Aquí el presidente Aznar tiene toda la razón cuando dice que lo acaecido tendrá importantes consecuencias negativas. Primero, porque a partir de ahora no se podrá sancionar a nadie que mantenga déficits desenfrenados, cosa que puede conllevar el retorno de la inflación en Europa. El Banco Central Europeo ya ha amenazado con subir los tipos de interés, cosa que puede llevar a la Unión a una segunda crisis en dos años. Segundo, porque crea un conflicto institucional entre el “ecofin” y la Comisión Europea. El comisario Solbes ha amenazado con llevar el asunto a los tribunales. Ese tipo de peleas no es lo que la Europa dividida necesita en estos momentos. Tercero, porque genera confusión. A partir de ahora nadie sabe exactamente los acuerdos que van a ser aplicados y los que no. Después de no sancionar a Francia por haber violado el pacto de estabilidad, ¿se sancionará a Italia por haber incumplido alguna ley de competencia? ¿Qué credibilidad tendrán los pactos que se firmen a partir de ahora?
Cuarto, porque ha quedado demostrado que en Europea hay países de primera y países de segunda. Cuando Portugal o Irlanda incumplieron la misma regla del Pacto de Estabilidad, nadie dudó en castigarlos. Y ahora que quien ha quebrantado los acuerdos son dos países grandes, las sanciones no se aplican. ¿Por qué se trata distintamente a países que han cometido los mismos “delitos”? El reciente fracaso de la cumbre que debía aprobar esa constitución europea que intenta dar más poder a los países grandes, es la primera señal de que los pequeños desconfían de países como Francia y Alemania que ya han demostrado tener la intención de utilizar el poder para obtener tratos de favor.
Es cierto que es bueno que el funesto Pacto de Estabilidad desaparezca. Pero también lo es que hace mucho tiempo que eso se sabía y la UE no hizo nada para reformarlo. Europa debería utilizar procedimientos más razonables para cambiar y reformar sus acuerdos fundamentales. La chapuza de aplicar la ley sólo cuando conviene a los poderosos representa el fin del pacto de estabilidad… y quizá también del principio del fin de la Unión Europea. ¿Será ésa la buena noticia?
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