Tags: Capitalism En 1607, Pocahontas salvó la vida del colono John Smith y, en agradecimiento, los ingleses masacraron a toda la nación Powhatan. Ante esa barbarie, la pequeña le preguntó a Smith: "Piensas que soy ignorante y salvaje, y como tú has viajado tanto, supongo que tienes razón. Pero lo que todavía no entiendo es: siendo tantas las cosas que ignoras, ¿Por qué crees que la salvaje soy yo?".
Me acordé de Pocahontas el día 21 de Abril por la noche, tras el portentoso batacazo electoral de Lionel Jospin. Mucho se ha escrito sobre el resurgimiento del fascismo y el racismo en Europa, pero la verdad es que el partido de Le Pen ha subido muy poco. La pregunta, pues, no es por qué subió la extrema derecha sino por qué bajó el partido socialista. O mejor dicho ¿por qué la socialdemocracia está perdiendo posiciones en toda Europa, desde España hasta Austria, pasando por Italia, Suiza o Dinamarca?
Supongo que hay muchas explicaciones, pero una de ellas nos la podría dar la misma Pocahontas: los socialdemócratas se han dormido en los laureles de la arrogancia intelectual y la presunta superioridad moral. Se han contentado con intentar desacreditar al liberalismo diciendo que la competencia perfecta solo existe en los libros y catalogándolo constantemente de "salvaje". Y no se dan cuenta que el sistema que ellos han implantado en Europa tiene tanto de salvaje como el liberalismo que tanto odian.
A todos nos han contado películas sobre lo despiadados que son los Estados Unidos ya que allí, "los pobres se mueren delante de los hospitales por falta de dinero", los "negros no pueden ir a la escuela porque es privada", el despido es "casi libre", el subsidio de paro solamente dura doce semanas y la "competencia empresarial es brutal". Y también nos han dicho que eso no pasa en Europa, porque tenemos el "estado del bienestar" que redistribuye la riqueza de una manera más justa y nos da asistencia sanitaria y escuelas gratis, seguros de paro generosos, trabas al despido libre y un abanico de medidas "sociales" y solidarias que nos protegen de las monstruosidades del mercado.
Fíjense ustedes en la falacia intelectual que consiste en comparar -y exagerar- los defectos del "mundo real" norteamericano (que los tiene), con un "mundo ideal" europeo en el que todo funciona bien, en el que el gobierno corrige los excesos del mercado y protege a todos los ciudadanos desde la cuna hasta la tumba. Es decir, con una versión socialista de Alicia en el País de las Maravillas. La verdad, sin embargo, es que ese mundo de fantasía solo existe en sus mentes y en sus libros de texto.
En teoría, las leyes que prohíben el despido evitan el paro y protegen a los trabajadores. En el mundo real, sin embargo, esas leyes generan una inflexibilidad que ha comportado unas tasas de paro exorbitantes durante casi treinta años: los ciudadanos que pierden su empleo tardan meses o años en encontrar otro, y la tasa de paro femenino llega al 50% en algunas zonas. Es más, los gobiernos han descubierto que si a un desempleado de 50 a 55 años le ponen la etiqueta de "prejubilado", ya no cuenta en las cifras oficiales de paro. La consecuencia son unos ejércitos de europeos que todavía están en plena juventud, a las que se les condena a no trabajar durante el resto de sus vidas a cambio de una limosna perpetua. Curiosamente, ese atentado a la dignidad humana no se considera salvaje.
En el mundo idealizado, el sistema fiscal es progresivo y los ricos pagan más que los pobres. En la realidad europea, sin embargo, la incompetencia de la administración hace que los más ricos, con capacidad de ir a Jersey, evadan todo lo que quieren. Y claro, cuando los trabajadores que acaban de hacer su declaración ven que el "gobierno del bienestar" no hace nada para evitar el fraude de los ricos, se preguntan si todo eso de la redistribución no es una farsa más o menos... salvaje.
En el mundo teórico, la sociedad debe "ayudar" a los delincuentes, ya que es "el sistema" el que les ha empujado a la mala vida. En el mundo real, eso hace que sea imposible encarcelar a miles de malhechores, por más que sean multi-reincidentes, y que uno no puede salir a la calle sin miedo a que le atraquen mientras la policía sólo aparece cuando hay que poner multas en la zona azul. Y cuando los votantes ven que se protege más a los agresores que a las víctimas, piensan que se encuentra en un mundo...salvaje.
En la mente del socialismo, el gobierno está para doblegar el poder de las empresas a las que nadie ha votado. En el mundo real, las administraciones se bajan los pantalones ante los lobbies de agricultores -a los que, por cierto, nadie ha elegido- y les da unos subsidios megamillonarios que pagan los contribuyentes y que impiden el desarrollo del continente africano, generando hordas de emigrantes subsaharianos contra los que los ciudadanos europeos se revelan, a veces... salvajemente.
Y podríamos seguir poniendo ejemplos que indican que, a pesar de sus buenas intenciones, la izquierda europea vive, como los Teletubbies, en un paraíso imaginario, incapaz de modernizarse al ritmo que lo hace el mundo, sin solucionar los problemas que preocupan a la gente y sin generar ideas nuevas. Se autoproclaman progresistas, pero son unos conservadores que quieren "conservar" un pasado que nunca existió. Porque una cosa es el mundo ideal que existe en sus mentes y otra muy distinta es la realidad en la que viven los electores europeos. Una realidad que Pocahontas bien podría calificar de "socialdemocracia salvaje".
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