Jose Antonio:
X. Huguet dice que es una impresión pero yo te diré en qué te has equivocado y en qué os equivocáis todos los liberales austríacos que defienden el patrón oro. Históricamente, el dinero tenía tres funciones: (1) un medio para pagar las compras, (2) un medio para saber los precios (los precios se establecen en dólares, euros u otras unidades monetarias y no en cantidad de gallinas o cerdos) y (3) un medio para guardar los ahorros para el futuro (la gente guardaba sus ahorros en forma de monedas de oro debajo de la almohada). Aunque teóricamente son dos funciones separadas, las funciones (1) y (2) normalmente van unidas porqué es bueno saber las unidades que tienes que pagar antes de hacer las compras y es bueno que esas unidades sean las mismas (es decir, es bueno que te digan el precio en euros si vas a tener que pagar en euros). La función (3), sin embargo, no tiene por qué ser mejor llevada a cabo por el dinero, especialmente cuando a lo largo del siglo XX se han introducido innovaciones financieras que dan un mayor retorno para la misma cantidad de riesgo. Cuando tú dices que “si hubiéramos comprado una onza de oro hace 20 años, 40 años, 100 años o dos siglos”, estás utilizando el oro como una inversión. Y se puede dar la circunstancia que, escogiendo correctamente (a toro pasado, eso sí), el oro haya dado un rendimiento superior a los bonos del tesoro o al papel moneda. La pregunta es: ¿Y qué? Que el oro haya mantenido su valor mejor que el tungsteno entre 1986 y 2007 no quiere decir que el patrón oro sea deseable igual que el patrón tungsteno no sería deseable si los rendimientos relativos hubieran sido al revés. Por lo tanto, escoger fechas (a toro pasado, insisto) en las que el oro hubiera resultado ser una buena inversión es un ejercicio inútil que no conlleva ninguna información interesante. Lo que hay que calcular es, para una misma cantidad de riesgo, ¿el oro tiene un rendimiento superior EX ANTE? La respuesta es NO. Punto final.
A la pregunta de si el patrón oro sería un sistema monetario superior, la respuesta también es no. Como ya indiqué en una nota hace tiempo, no lo es porque, que yo sepa, nadie ha demostrado que la cantidad óptima de dinero en la economía es la cantidad de oro que resulta que existe en el planeta tierra. En una anterior encarnación, yo me dedicaba a la teoría monetaria. Y como estudioso del tema vi teorías que dicen que el crecimiento de la oferta monetaria tiene que ser igual al negativo de la tasa de interés real (regla de Friedman). Vi teorías que dicen que la tasa de incremento del dinero tiene que ser una función de las elasticidades relativas de diferentes bienes. De hecho vi muchas teorías y mucha evidencia empírica y (perdona que me auto-cite –ya sé que no queda bien- pero yo mismo soy autor de algunas de esas teorías y alguna de esa evidencia empírica, que puedes encontrar en artículos míos publicados en Journal of Political Economy -“Extensive Margins and the Demand for Money at Low Interest Rates”, (with Casey Mulligan), Journal of Political Economy, Vol 108, Number 5, pp.1003-33, October 2000- o en el Journal of Money Credit and Banking -“The Optimum Quantity of Money: Theory and Evidence”, (with Casey B. Mulligan), Journal of Money Credit and Banking, November 1997). Después de investigar el tema durante años, nunca vi ninguna teoría que dijera que el incremento óptimo de la oferta monetaria viene dada por los descubrimientos aleatorios de minas de oro en el planeta tierra.
Existe un argumento utilizado muy comúnmente por los liberales austríacos que dice que cuando existe el patrón oro, el gobierno no tiene la libertad de imprimir dinero y esa disciplina sobre el gobierno es suficiente como para justificar la falta de flexibilidad que el patrón oro implica. Ese argumento es interesante… pero naif. Como sabes, comparto la desconfianza para con el gobierno. Pero creer que el patrón oro impide que el gobierno imprima dinero es ¡no conocer al gobierno! A no ser que estéis proponiendo la eliminación del papel y que la gente lleve monedas de oro en el bolsillo (cosa que sería absurda por poco práctica), en la economía siempre circulará el papel dinero respaldado o no por oro (o por tungsteno). Si el papel moneda está respaldado por oro, en teoría el banco central no puede imprimir papeles a no ser que aumente su estoc de oro. Eso es EN TEORIA. De hecho, es la teoría que reinaba en el mundo desde la segunda guerra mundial hasta 1971. Pero la teoría no impidió que el gobierno americano imprimiera dinero para financiar la guerra del Vietnam, cosa que acabó haciendo colapsar el sistema de Bretton Woods y su patrón oro.
La respuesta de los austríacos es, lógicamente, que la Reserva Federal (o el Banco Central Europeo) no deberían tener el monopolio de la emisión de dinero y que cada banco privado podría emitir su propia moneda. La gente, dicen, acabará utilizando solamente la de los bancos que siguen el patrón oro y no imprimen dinero sin respaldo mineral. Y aquí es donde los austríacos vuelven a confundir el dinero como medio de pago con el dinero como medio de ahorro. Si uno se guarda el dinero debajo de la almohada, entonces el dinero del banco de aumenta más su oferta monetaria se devalúa más rápidamente y la gente no lo utilizará como medio de ahorro. Eso es verdad. Pero la gente no utiliza el dinero para ahorrar. Para eso están la bolsa, los bonos (denominados en docenas de monedas de todo el mundo y que puedes comprar hoy mismo en cualquier banco del mundo), las viviendas, el tungsteno, o cualquier bien durable. La gente utiliza dinero para pagar lo que compra. Y en esa competencia por ser la moneda aceptada por todos como medio de intercambio, el dinero del banco central siempre va a tener las de ganar por una razón bien simple: es el medio con el que se va a aceptar el pago de la mitad de las transacciones de la economía: ¡los impuestos! Imagínate lo que pasaría si, cuando vas a pagar un café te llega una factura que dice: si pagas en euros del BCE, su factura es 1,16 euros. Y si pagas en euros del Banco de Santander, entonces son 0,9 euros del BS más 16 euros del BCE (estoy suponiendo que el banco central ha imprimido más euros que el BS por lo que el tipo de cambio de equilibrio es de 0,9). Acto seguido, tienes que sacar unos euros de un color para pagar el café y otros euros de otro color para pagar los impuestos. Es decir, si el BC imprime dinero, el tipo de cambio se va a acomodar pero a la gente no le va a importar porque no utilizará ese dinero como medio de ahorro. Ahora bien, la incomodidad de llevar dos o tres tipos de euros hará que, en pocas horas, todos los bares del país aceptarán solamente los euros públicos y el dinero privado desaparecerá de la economía.
Conclusión, el dinero público va a acabar siendo el medio de intercambio. Dicho eso, pensar que el obligar al gobierno a seguir el patrón oro y no imprimir a no ser que se descubran minas de oro es absurdo porque todos sabemos que el gobierno acabará haciendo trampas como hizo en los años sesenta. Por lo tanto, dado que va a hacer trampas, no tiene sentido atarse las manos con un patrón oro que obliga a que la oferta monetaria aumente al ritmo de los descubrimientos de minas, una obligación que podía tener sentido en el siglo XIX, pero que no tiene sentido hoy. Existen otras maneras de intentar ligar las manos del banco central e intentar obligarlo a aumentar la oferta monetaria siguiendo reglas mucho más racionales desde el punto de vista de la teoría económica. Claro que la respuesta que aquí dan los austríacos es: “no creemos en la teoría económica”. Y aquí es cuando yo abandono la discusión.