Finalmente Mario Draghi ha pasado de las palabras a las acciones. Después del gran éxito de su discurso de “whatever it takes” de Julio de 2012 (com el que se dice que salvó al Euro de la quiebra), era hora de pasar de las palabras a la acción. Y ha sido en la reunión del día 5 de Junio que ha tomado tres grandes decisiones con el objetivo de aumentar la cantidad de euros en circulación:
Primero, reducir el tipo de interés “refi” (el tipo que les cobra a los bancos por créditos a corto plazo). El “refi” pasa del 0,25% al 0,15%. En teoría, eso va a hacer que los bancos le pidan prestado al BCE con más facilidad cosa que hará aumentar la cantidad de euros en circulación.
Segundo, reducir el tipo de interés que el BCE cobra a los bancos por sus depósitos (recordad que el “banco de los bancos” es el BCE: éstos depositan el dinero que no utilizan en el BCE y el BCE les “paga” unos intereses por ello). Como este tipo de interés ya estaba a cero, una reducción significa que pasa a ser negativo. Concretamente, -0,10%. Eso quiere decir que los bancos van a tener que pagar por poder depositar su dinero en el BCE. Esa medida también induce a los bancos a hacer circular sus euros.
Tercero, aprueba un crédito de largo plazo (cuatro años) de 400.000 millones de euros a los bancos condicional a que éstos lo presten a las empresas. El objetivo es facilitar el acceso al crédito de las empresas (sobre todo las pequeñas y medianas, que son las que necesitan crédito bancario –las grandes tienen otros mecanismos de financiación).
Las tres medidas van en la misma dirección: aumentar la circulación de dinero con el objetivo de que haya un poco más de inflación. Ya lleva unos meses Draghi diciendo que lo que nos debe preocupar no es la inflación sinó la deflación y que hará lo que se necesario para que en Europa no se instale una espiral deflacionaria como la que ha mantenido a Japón dormida durante 20 años. Como sabéis, el mandato constitucional único del BCE es la estabilidad de precios. Eso quiere decir que debe evitar que haya inflación pero también que haya deflación. Cuando hay inflación, la política monetaria debe ser restrictiva cosa que perjudica el crecimiento. Por eso, cuando empezó la crisis, se criticó que el BCE no imprimiera dinero como los Estados Unidos. La crítica era injusta porque, a diferencia de la Reserva Federal, el BCE no puede utilizar la política monetaria para salir de la crisis.
Cuando hay peligro de deflación, el problema desaparece: para evitar la deflación hay que imprimir dinero y eso, además, también sirve para luchar contra la crisis. Cuando hay (peligro de) deflación, el BCE puede matar dos pájaros de un tiro. De hecho, tres pájaros porqué al aumentar la oferta de euros, el precio del euro baja. Es decir, el euro se deprecia cosa que fomenta las exportaciones de países poco competitivos como Francia, Italia o España. La demanda exterior también irá bien para mejorar la situación económica de estos países.
¿Funcionarán estas medidas? No lo sé. Lo de los tipos de interés negativos de los depósitos de los bancos en el BCE es entrar en territorio desconocido ya que no hay muchas experiencias históricas de bancos centrales importantes que hayan tomado esa medida (parece que Dinamarca lo hizo en el verano de 2012, aunque Dinamarca no es un área económica grande y ya sabemos que las dinámicas para economías grandes y pqeueñas tienden a ser distintas). Ni la Reserva Federal, ni el Banco del Japón ni el Banco de Inglaterra han tenido nunca tipos de interés negativo. Si me obligarais a decir qué pasará, ahora mismo yo diría que ¡nada! Los bancos que ahora tienen el dinero depositado en el BCE, lo cogerán y lo despositarán en las cajas fuertes de sus propios sótanos para ahorrarse el 0,10 que les cobrará el BCE y no lo harán circular. Por lo tanto, esta medida tendrá un impacto menor. La reducción de los tipos "refi" tampoco espero que tengan un gran impacto ya que la reducción de 0,25% a 0,15% es relativamente menor.
La medida más importante y la que puede tener un impacto mayor es la tercera. Yo pienso que hace tiempo que el programa de crédito a las empresas debería haber sido adoptado. De hecho, en un post de 17 de mayo de 2013 (hace más de un año!!!) yo le reclamaba desde mi blog a Draghi que lo hiciera. Lógicamente, Draghi, que no lee mi blog, no me hizo caso entonces y ha tardado un año entero en tomar medidas. No sé si funcionará. Al fin y al cabo, se puede llevar al caballo al río pero no se le puede obligar a beber. Se puede ofrecer la posibilidad a los bancos de tener dinero barato para que lo presten a las empresas. ¡Pero no se les puede obligar a cogerlo! Ya veremos si lo hacen. Lo que sí sé es que sin acceso a crédito, muchos pequeños negocios (restaurantes, tiendas de ropa, pequeñas fábricas etc) que serían rentables en circunstancias normales tienen que cerrar por falta de financiación. Es mejor salvar a esas empresas ya creadas que obligarlas a cerrar y luego esperar que otros emprendedores abran las puertas más adelante. Y el nuevo programa de 400.000 millones es una oportunidad para que ese crédito fluya. Insisto, no es seguro que funcione. Pero al menos hay que intentarlo. La pena es que hayan tardado un año en hacerlo.
Finalmente, Draghi ha tomado una cuarta medida que ha pasado un poco más desapercibida. Para no faltar a su tradición de seguir con la política “labial”, también ha anunciado que debemos esperar más medidas expansivas en un futuro no muy lejano. Supongo que eso quiere decir que el BCE pronto comprará bonos del estado directamente. Pero para eso deberemos esperar. El anuncio representa una promesa de que la política monetaria expansiva de hoy no es temporal sino que va a durar mucho tiempo. A ver si con esa promesa espanta el fantasma de la deflación y, de paso, deprecia el valor del euro.
De los peligros de mantener los tipos de interés artificialmente bajos durante mucho tiempo ya hablaremos otro día. Y es que la masa monetaria es como la pasta de dientes: es mu fácil sacarla del tubo. ¡Lo difícil es volverla a meter!